lunes, 21 de junio de 2010

CAMILO TORRES (*)


La suprema medida de las decisiones humanas debe ser la caridad, debe ser el amor sobrenatural Correré con todos los riesgos que esta medida me exija.
Camilo Torres

Cuentan que tras la bala se oyó una voz.
Era Dios que gritaba, revolución.
Daniel Viglietti

A Juan García Elorrio, In Memoriam

El 15 de febrero
recuerda el Santoral a
San Claudio de Colombiére, Presbítero Jesuita.

La liturgia del día
no prescribe en casullas, estolas, cubre cálices
el rojo del martirio.

Y sin embargo hay
sangre
licuándose en la víspera de las
reparaciones;
gota a gota
ocupada en
darse en
Sacrificio
con un temblor de
fiebre que
elevara a su cima la
Utopía.

****

Padre Camilo Torres,
elegido por Cristo para ser sacerdote eternamente:

que en el cero absoluto de las
neutralidades
una chispa se infiltre de su
desobediencia.

Y que el “arco político” de América
–insípido sintagma- no se tense en torneos.

Por teleconferencia
finge perder al póquer el
Imperio
y luego en calidad de
visitante,
monopólicamente,
exige la revancha.


Padre Camilo Torres,
elegido por Cristo para ser sacerdote eternamente
y en la Gloria ocupado quizás en teologías con
San Buenaventura
o con Pedro Claver haciendo “lobby”
por un Papa africano:

interceda el envío de algún Ángel Custodio
con mandato cumplido;
para que nos revele las
cartas ganadoras
en la mano crucial,
última,
al límite del
desfallecimiento
o peor, de la
renuncia.


(De ser posible
incruentas las
cartas ganadoras.
Usted mismo lo dijo:
no queremos la violencia,
no queremos la fuerza,

y cayó combatiendo el 15 de febrero de 1966
en las montañas verdes de
Colombia.)

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No haya resignación
sino impaciencia de viento en las
banderas.
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(*)Publicado en el último libro de Carlos María Romero Sosa:”FANALES OPACADOS” (Ed. Proa. Buenos Aires, 2010)