Arrasada la tierra dará
flores silvestres.
Las casas derruidas estrenarán
fantasmas de atravesar la altanería compactada al
vacío.
Y sobre el muro a escala del
prejuicio, un insecto pasará delatado por su
sombra lo
mismo que los
hombres.
Será en otra estación del
Calvario de la Franja de Gaza;
entre tajos al aire de
herir una envoltura que no
alcanza a cubrir las
cicatrices.
Las piedras del desierto
con percusión de marcha militar
estrellan una a una sus
porosas prehistorias,
sus vetas -nervaduras de
arcaica utilería-,
en las mentes que
imaginaron muros:
voces de alto impostadas por no
quebrarse en intención de
prójimo.
Filosas como lápidas para
fijar allí leyes de
represalia,
la chispa que
encendió la zarza de Moisés y las
brasas solemnes de
cocinar corderos
en la noche de Pascua no
nació de esas piedras con la
energía ahogada en
cantimploras
castrenses.
*****
En lo idus de marzo del año 2003,
sin conexión los días
con la luz matutina y la
arruga en bandada de los
pájaros, el
trabajo sin nombre de un
blindado Bulldozer.
Mas no un anonimato:
RACHEL CORRIE,
aplastada por una
excavadora.
(Qué intacta y garantida la matriz del
relámpago.)
Carlos María Romero Sosa
Buenos Aires, junio de 2010