martes, 31 de julio de 2012

MOROSO HOMENAJE



















Me he enterado con preocupación del ataque, entre otras estatuas, a la ecuestre del general Güemes, de la que se han sustraído las riendas, las espuelas y la espada. Se trata de un bronce del escultor Hernando Bucci, artista de formas expresivas en calificación y clasificación del crítico Romualdo Brughetti, que tiene por antecedente histórico y sin duda estético el emplazado en la ciudad de Salta, obra de Victor Garino (1878-1958) y que inauguró el presidente de facto José Félix Uriburu el 20 de febrero de 1931 siendo interventor federal de la Provincia el general Gregorio Vélez..

Sobre nuestro monumento presa del vandalismo, que luce en Avda. Figueroa Alcorta y La Pampa, no es dato nuevo su abandono y deterioro, circunstancias denunciadas ya por el Instituto Güemesiano de Salta en el Boletín Güemesiano (Nro. 114 de octubre de 2009).

Quizá sea oportuno recordar a partir del triste estado en que se encuentra ese bronce y su pedestal de veinte metros de altura hecho en piedra traída de la provincia de Salta, la tardanza en que incurrieron sucesivos gobiernos para hacer efectiva la ley Nro. 5.689 de 10 de octubre de 1908, promulgada por José Figueroa Alcorta y sancionada a inspiración de Joaquín Castellanos, que disponía erigir en Buenos Aires la estatua de Martín Miguel de Güemes, así como la de los generales de la Independencia Las Heras y Arenales. Recién se dispuso su emplazamiento en 1977 por Ordenanza Municipal y se inauguró en la tarde del 22 de marzo de 1981.

Anoto también que el profesor Carlos Gregorio Romero Sosa, mi padre, quien a través de artículos y conferencias fue uno de los principales promotores aquí de ese moroso homenaje al “Héroe Gaucho”, concurrió al acto de inauguración en representación de la Academia del Instituto Güemesiano de Salta, por especial designación del entonces presidente de la corporación el historiador Luis Oscar Colmenares.

(Texto de la carta de Carlos María Romero Sosa publicada en La Prensa, el 29 de julio de 2012, en la sección Correo de Lectores. Ese mismo día apareció algo abreviado el mismo texto en La Nación)

martes, 24 de julio de 2012

EZEQUÍAS



Yo añadiré otros quince años a tu vida (…) Ezequías respondió: “¿Cuál es la señal de que podré subir a la Casa del Señor?. “Esta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado: en el reloj de sol de Ajaz, Yo haré retroceder diez grados la sombra que ha descendido”. Y el sol retrocedió en el reloj los diez grados que había descendido. Luego dijo Isaías: “Traigan un emplasto de higos, aplíquenlo sobre la úlcera y el rey sanará”
Repasaré delante de Ti con amargura de mi alma todos los años de mi vida. Oh Señor, si esto es vivir, y en tales apuros se halla la vida de mi alma, castígame; y vivifícame.


Isaías 38, 1-16


Haya un reloj de sol que atrase en grado

de beber otra vez la primavera

con su estallar de brotes en hilera…

Yo que enfilé nomás lo desandado.



Y adorne un nuevo afán el descampado

del alma, con la fe por compañera,

si la conciencia purga mi pecado

de los días sitiar con mano artera



tras la línea de hielo del olvido,

el desamor, el miedo, el desencanto,

la pereza, el desánimo, el descuido.



Derrumbe el corazón su cal y canto:

la condena de muerte no extinguida

mientras arda la leña de la vida.



21/7/12
De “Destiempo de tranvías”, libro de próxima aparición de Carlos María Romero Sosa