domingo, 17 de febrero de 2013

SOBRE LOS ÁRBOLES HISTÓRICOS



Leí días pasados que se halla en peligro a raíz de un temporal el pino del general San Martín; a cuya sombra, “cubierto aún con su propia sangre y con el polvo y el sudor del combate”, al decir de Mitre, el prócer redactó el parte de guerra de San Lorenzo, victoria de la que el 3 de febrero próximo se cumplirá el bicentenario. Esa noticia de La Prensa, inquietante por cierto, me hizo recordar el libro del historiador Enrique Udaondo (1880-1962) titulado “Árboles Históricos de la República Argentina”, cuya quinta edición corregida y aumentada (Buenos Aires, 1935) tengo en mi poder por haber sido obsequiado por el autor a mi abuela materna Flora García Black de Gómez Langenheim, escritora y periodista que empleó el seudónimo Carmen Arolf en sus relatos y novelas. En el volumen anotado el después académico Udaondo, investigador de curiosos aspectos de la historia patria y colonial y fundador y director del Museo Histórico de Luján, hizo una extensa crónica del añoso pino existente en el huerto de San Lorenzo, informando entre otros detalles que la circunferencia de la copa es de setenta y cinco metros y medio y que el alto total del árbol es de dieciséis metros.

No tengo conocimiento sobre reediciones más nuevas de tan importante obra donde además se estudian entre otros árboles históricos el naranjo de San Francisco Solano, existente en La Rioja, el nogal de Saldán, en Córdoba, el ombú del Virrey Vértiz , el sarandí de Manuel Belgrano, el pacará de Segurola, el sauce de San Martín y O´Higgins, el naranjo de Laprida y la higuera de Sarmiento.

En todo caso será de lamentar su poca difusión actual, ya que sus páginas inspiran tanto el amor a la naturaleza como hacia nuestras mejores tradiciones.-

Carlos María Romero Sosa
(Se publicó en La Prensa el 16 de diciembre de 2012)