martes, 25 de febrero de 2014

EL HISTORIADOR DE LOS BOMBEROS


Comisario Inspector Francisco L. Romay

     Con motivo del incendio de Barracas, que costó la vida a varios servidores públicos profesionales unos, voluntarios otros, pero movilizados todos según fue demostrado por la vocación solidaria y el arrojo, he recordado al Comisario Inspector Don Francisco Luís Romay (1888-1972), historiador,  periodista, cuentista en la colección de relatos de tono ciudadano de “El hombre sándwich” y miembro de número de la Academia Porteña del Lunfardo. Fue autor también, entre otros trabajos históricos, literarios y de ciencia criminal, del libro  Las milicias del fuego (Buenos Aires, 1955), del que conservo un ejemplar dedicado a mi padre, colaborador en los seis tomos del “Diccionario Histórico Argentino” dirigido por el mencionado Romay junto a los académicos Ricardo Piccirilli y Leoncio Gianello. En cuanto al volumen antedicho se trata de una documentada crónica del esforzado cuerpo de bomberos creado por el Jefe de Policía, Enrique O´Gorman, el 2 de enero de 1870,  cuando comenzó a actuar en Buenos Aires, a la sazón la Gran Aldea, en forma oficial un grupo de  vigilantes-bomberos. Como supo resaltarlo el autor, tuvo el cuerpo desde entonces numerosos muertos en actos de servicio, lista a la que ahora se agregan estos nuevos nombres para la gratitud de la ciudadanía toda. También contaron con jefes que orientaron a sus subordinados en las virtudes de la disciplina, la abnegación y el heroísmo, como el mítico Coronel José M. Calaza, el Inspector General –ahora el grado corresponde a Comisario General-  Juan José Graneros -Jefe de Bomberos y más tarde, durante el segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen, Jefe de Policía-; o el Inspector General Carlos Del Campo que reorganizó técnicamente el cuerpo.
     Cabe anotar que en homenaje al investigador Romay, natural de Chascomús y vecino de Balvanera hasta su muerte, el Centro de Estudios Históricos de la Policía Federal Argentina, con sede en Lavalle 2629, lleva su nombre-                

Carlos María Romero Sosa
(Se publicó en La Prensa, el 10 de febrero de 2014) 

domingo, 9 de febrero de 2014

MASCOTAS



Lamento que haya personas que piensan, como el autor de una carta de lectores publicada días pasados en otro matutino, que los animales, nuestros semejantes porque sufren, según advirtió Albert  Schweitzer, son bienes suntuarios; ellas sin duda nunca habrán compartido el ir y venir del amor y  la ternura con mascotas. En tanto que por el camino propuesto de cobrar impuestos a los poseedores de animales domésticos, como parece ser se estableció en algún estado de México en dato aportado por ese mismo correo,  bien podría llegarse también a la prohibición de tener más de un hijo a ejemplo de lo que ocurre en China; puesto que la arbitrariedad no tiene límites.
El nivel ético de una comunidad se advierte en estos tiempos por el respeto prodigado al medio ambiente, algo que en nuestro país tiene rango constitucional desde la reforma de 1994 (Art. 41); y más aún al reconocimiento de los derechos de todos los seres vivos. En ese sentido qué bueno sería pensar, creyentes y no creyentes, en el sentido profundo e intemporal de la seráfica oración de San Francisco de Asís que reza en un pasaje: “Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas”; y mucho más cerca de nosotros, en  lo manifestado por Juan Pablo II: “Los animales son fruto de la acción creativa del Espíritu Santo y merecen respeto…Están tan cerca de Dios como los hombres”.-

Carlos María Romero Sosa
 (Se publicó en La Prensa, el 7 de enero de 2014)