Ganó el candidato Donald Trump
la presidencia de los Estados Unidos de América; y si ello fue posible es porque
además de su legión de votantes hizo mucho por el triunfo el “establishment”, al
que la cúpula del Partido Demócrata no es ajena. Sus principales líderes, por de pronto,
impidieron quizá con malas artes,
la postulación del senador socialista Bernie Sanders que tal vez hubiera obtenido otro resultado, puestos a
ejercitar la historia contrafáctica.
Bien dice el refrán que no se puede escupir al cielo y tanto se atacó a
los llamados “populismos latinoamericanos” desde el Norte, con previsible y en
extremo repetitivo eco en las serviles oligarquías locales, que ahora todos
deberán beber el fruto agrio de otro populismo, de derecha eso sí para no sumar
aún más intranquilidad a los que mueven las palancas del capitalismo
internacional. Los analistas hablan de un voto de la clase media baja de raza
blanca que habría inclinado la balanza, cosa que genera una suerte de vértigo temporal ante el dato de una no cancelada realidad racista escapada de “La
cabaña del tío Tom”. Por eso mientras los poderes mundiales, salvo el ex KGB
Putin, miran con recelo a Trump, en verdad habría que preocuparse por sus
votantes. Porque más allá de que el sistema tenga anticuerpos para neutralizar
al nuevo presidente, según la explicación del politólogo Loris Zanatta, y que en los hechos no pueda
llevar a cabo su delirante programa contra la inmigración, desarrollar un
proteccionismo en grado autista que con
prudencia podría ser beneficioso para la reactivación industrial, dar
por tierra con el plan de seguridad social de Obama o practicar un extremismo belicista,
sabemos sí que sus partidarios sufragaron por todas o algunas de esas consignas
y seguramente se sentirán contrariados en caso de moderarse el nuevo huésped de
la Casa Blanca. ¿Derecho a equivocarse de la ciudadanía?
Puede ser, aunque cabe recordar que Hitler había escrito ya “Mi lucha” cuando
fue plebiscitado.
Se comprende la frustración económica de amplios sectores de la
población, se toma nota de la crisis de representatividad de los dos grandes
partidos históricos e incluso de la mala imagen de su contrincante. Más difícil
será pasar por alto desde una perspectiva ética el egoísmo del sálvese quien
pueda y la ausencia de solidaridad demostrada al votar por un misógino, discriminador, abusador,
violento verbal y sin experiencia en la función pública. Se comprueba aquí que
es un mal generalizado la identificación con los poderosos por parte de
aquellos a los que los poderosos desprecian.
Poco importa la derrota de la señora Clinton: en la democracia se gana o
pierde y lo único lamentable es desentenderse de los valores democráticos y progresistas
en las disputas electorales. En ese sentido los vencidos han sido Kennedy y Carter, el Reverendo Martin Luther
King y Malcom X, las luchadoras de color Claudette Colvin y Rosa Parks, la activista
por los derechos humanos Patricia Derian, el senador Edward Kennedy enemigo
declarado de las dictaduras latinoamericanas, el recientemente fallecido militante
contra la Guerra
de Vietnam Tom Hayden, Joan Baez, Bob Dylan, el lingüista Noam Chomsky y sin
duda buena parte de la opinión pública norteamericana que hasta hace sentir su
repudio en las calles de varias ciudades, en tanto el Ku Klux Klan –lo informó La
Nación del 12 de noviembre del corriente- preparaba un acto en un lugar a determinar
para celebrar el triunfo.
“Los Estados Unidos son
potentes y grandes”, escribió Rubén Darío en su crítico poema a
Theodore Roosevelt. Sólo que esa potencia y grandeza ciertas han dado desde
antiguo para tejer leyendas e ilusiones; como que ya Alexis de Tocqueville,
invisibilizando la esclavitud, interpretó que la ventaja de los
americanos es que nacieron iguales y no tuvieron que luchar por ello. Y como que
también el tan mentado “sueño americano”,
es cada vez menos conciliado allá.
Por eso y porque difícilmente un energúmeno resuelva nada, suena más que oportuno el SOS lanzado por el ex presidente uruguayo José
Mujica: “!Socorro!
(Carlos María Romero Sosa. Se publicó en Salta Libre. Net y se reprodujo con el título "Las elecciones en los Estados Unidos" en la revista Con Nuestra América)