Los
“libertadores” que echaron a Perón en septiembre de 1955, criticaban y no sin
alguna lógica enraizada en su perspectiva liberal, entre varias otras
sinrazones argumentadas para acabar en los hechos con la columna vertical del
Movimiento Justicialista, la existencia
del sindicato único y vertical. Tanto
que la
Convención Constituyente de 1957 dispuso en el primer párrafo
del artículo 14 bis, incorporado a la Constitución
Nacional , la “organización
sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un
registro especial”; algo que vuelve a explicitar el texto y el espíritu del
artículo primero de la Ley
de Asociaciones Sindicales número 23.551de 1988.
Sin
embargo, ahora resulta ser que actúan
fuera de la ley laboral los metrodelegados de los subterráneos porteños, cuya
representatividad es evidente y que tuvieron personería gremial hasta que
nuestro inefable máximo tribunal , con la firma de los ministros Elena Highton de Nolasco,
Juan Carlos Maqueda, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, dejara firme la
sentencia que declaró la nulidad de la Resolución del Ministerio de Trabajo suscripta
por el entonces ministro del área Carlos Tomada, que había otorgado personaría
gremial a la Asociación Gremial
de Trabajadores del Subterráneo y Premetro.
Con ese oportuno instrumento de la Corte en la mano -y en los
garrotes policiales-, se reprimió y encarceló a los delegados obreros el otro
día y el Jefe de Gabinete de Ministros del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se
paseó por los canales oficialistas acusando de ilegal el paro del 22 de mayo,
continuación de un plan de lucha dispuesto y votado en asamblea por los
trabajadores con justificación más que suficiente frente al desquicio económico
al que es obvio referirse. Lo cierto es que hoy la letra de la Constitución y de las
leyes dictadas en su consecuencia parece ser que pueden soslayarse cuando las
circunstancias así lo requieren. Y ello en tanto la señora Carrió cacarea su
republicanismo frente a periodistas amigos del poder que no osan repreguntar y que
con extrema delicadeza no insisten cuando la legisladora se niega a dar los
nombres de los presuntos desestabilizadores que denuncia.
Por mi parte, me permito decirle
al doctor Felipe Miguel, Jefe de Gabinete de la CABA , que no es solamente la UTA (Unión Tranviarios
Automotor) que mira para otro lado frente a la crisis actual y el fantasma
corporizado aquí y ahora del FMI, la única representación válida de los
trabajadores de los Subterráneos -en todo caso podrá y así lo hizo presta esa
organización, negociar en los términos del artículo 25 de la LAS (Ley de Asociaciones
Sindicales) la paritaria a menos, impuesta por su burocracia a los afiliados y
a los que no lo son- y que los metrodelegados con Segovia a la cabeza que
siguen discutiendo su personaría gremial y denuncian la persecución de la que
son objeto ante la OIT ,
no son delincuentes o poco menos. Así como tampoco técnicamente son huelgas
salvajes las del metro porteño.
¿Por
qué? Sencillo: debido a que rige en el país “la organización sindical libre y democrática”
y la falta de personería gremial no impide la conformación de otros gremios de
la actividad. En todo caso el tema del encuadre sindical, estudiado por
tratadistas como el profesor Carlos Alberto Etala, es una “vexata quaestio” del Derecho
Colectivo de Trabajo. Hasta resolverla sería bueno no llenar comisarías con representantes indubitables de las bases,
gusten o no al poder de turno. Y tampoco enviar telegramas anunciando sanciones
al personal por ejercer el derecho de huelga.
(CARLOS MARÍA ROMERO SOSA, se publicó en la Revista Con Nuestra América, de
San José de Costa Rica, el 26 de mayo de 2018)