miércoles, 19 de octubre de 2011

JUSTICIA PARA MIGUEL RAGONE (*)

           

                                               

Me llena de emoción la sentencia pronunciada por el Tribunal Federal Oral de Salta contra los secuestradores y autores mediatos del homicidio del ex gobernador de la provincia, doctor Miguel Ragone (Tucumán, 1921), hecho ocurrido el 11 de marzo de 1976.
Treinta y cinco años de inducido “olvido” y complicidades varias, se van cerrando con estas condenas. Por supuesto faltan en la causa imponer algunas otras -sin duda a Menéndez y a Bussi- y en la memoria colectiva de la ciudadanía, corresponde formular más de un reproche, por de pronto de orden moral y político, para los sobrevivientes o en su caso para que no descansen en paz aquellos que fueron autoridades del gobierno “lopezrreguizado” de Isabel Perón e instaron y suscribieron el decreto de intervención a Salta, en noviembre de 1974, aduciendo “la manifiesta ineficacia represiva” del doctor Ragone.

¿Cuál era el cargo?: haber evitado la represión ilegal en la provincia cuando la Triple A hacía en el país de cabecera de playa para los venideros y diversificados grupos de tareas del terrorismo de Estado. ¿Y el cargo, le repregunto al silencio?: hacer respetar los derechos humanos y garantías constitucionales en medio de la orgía de sangre que salpicaba a derecha e izquierda el territorio argentino. Qué inicua medida entonces resultó ser aquel acto del Poder Ejecutivo -que refrendó el ministro del interior Alberto Luis Rocamora- por el que se desplazó a Ragone de donde su pueblo lo colocara dieciocho meses antes como resultado de la elección del histórico 11 de marzo de 1973. Ciertamente una medida de corte bandoleril, perpetrada contra la República y el Federalismo y que tuvo un “iter criminis” con actos preparatorios como el desprecio que recibió el Gobernador en la inauguración del Congreso Eucarístico por parte de la entonces presidenta con minúscula. Fue esa una intervención federal que comenzó por traicionar la promesa que le hiciera al mandatario el propio general Perón antes de morir: “Mientras yo sea presidente, vos serás gobernador”.

Pero mientras la actual administración de justicia dicta sus fallos y la justicia histórica hará lo propio con víctima y victimarios, Ragone, “el médico de los pobres”; el antiguo discípulo y colaborador de Ramón Carrillo; el jugado luchador durante la resistencia peronista; el político en el más enaltecido sentido del término: el del servicio a la comunidad; el dirigente preocupado por reparar las injusticias seculares cometidas contra los pueblos originarios; el gobernador que durante su gestión rechazó viáticos y custodia y dejó el recuerdo de su ejemplar fe democrática, progresista y latinoamericanista, sí descansa en paz dondequiera se encuentren sus restos mortales. Esos restos que de hallarse, debieran ser colocados en el Panteón de las Glorias del Norte, en la Catedral salteña; y esto lo expreso como sobrino nieto de Monseñor José Gregorio Romero y Juárez -desde 1915 obispo diocesano de Salta y Jujuy hasta su muerte en 1919-, quien promovió en febrero de 1913, al cumplirse el centenario de la Batalla de Salta, la creación del Panteón efectivizado y oficializado en 1919 por el interventor Manuel Carlés. Los héroes guerreros Martín Miguel de Güemes, Rudesindo de Alvarado, Juan Antonio Álvarez de Arenales, Eustoquio Frías, José Antonino Fernández Cornejo, Martina Silva de Gurruchaga, el Soldado Desconocido de la Independencia Americana y el Soldado Desconocido de la Batalla de Salta, deben haber aceptado desde la eternidad, sin duda complacidos, compartir la última morada de sus cenizas terrenas con un prócer de la organización nacional como el jurista Facundo de Zuviría –que presidió las sesiones del Congreso Constituyente de 1853 y fue trasladado allí el 20 de febrero de 1934- y lo harán también en un futuro que se anhela próximo con Miguel Ragone, mártir de la Democracia con contenido Social, el Federalismo y la Liberación Nacional.

Dije antes que se corrió -y se mantuvo por décadas- un manto de silencio, de mentiras y pistas falsas sobre el magnicidio, comenzando por el mendaz Parte de Guerra fechado el 16 de marzo de 1976. Con excepciones honrosas a destacar: hace un tiempo llegó a mis manos el excelente libro de la profesora Raquel Adet: La causa Ragone, minuciosa y documentada crónica del secuestro, de las actuaciones policiales y judiciales iniciales, tramitadas evidentemente bajo la consigna de no llegar a ningún fin y con trascripción de los principales testimonios del juicio reciente culminado días atrás con las condenas que aplaude el país todo.-

(*) por Carlos María Romero Sosa. Se publicó en Salta Libre el sábado 15 de octubre de 2011.-