domingo, 26 de febrero de 2012

Robaron la placa de Zavala Ortiz



Días pasados, el doctor Juan Carlos Fustinoni denunció la desaparición del busto de su padre de la Academia Nacional de Medicina, corporación que largamente presidió el profesor Osvaldo Fustinoni. Pero la depredación continua y acabo de advertir que de la “Plazoleta Carlos Bernardo González Pecotche”, que homenajea al escritor y fundador de la logosofía, ubicada en Agüero y Las Heras en las inmediaciones de la Biblioteca Nacional, faltan las placas conmemorativas tanto de González Pecotche cuanto del político radical doctor Miguel Angel Zavala Ortiz (1905-1982). Una vergüenza ambos robos por supuesto. Y en cuanto a la falta del recordatorio de bronce del doctor Zavala Ortiz, un antiguo vecino de la zona, ocurre justamente cuando la cuestión Malvinas se encuentra candente. Al respecto cabe recordar que el ministro de relaciones exteriores y culto del doctor Illia logró la aprobación, el 16 de diciembre de 1965, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, de la Resolución 2065 donde se reconoció que las Islas Malvinas eran un territorio sujeto a descolonización.-
Carlos María Romero Sosa
        abogado

Carta publicada en la Sección Correo de Lectores de La Prensa el 15 de febrero de 2012

sábado, 11 de febrero de 2012

GUERRA DE LAS MALVINAS



2 de abril de 1982-14 de junio de 1982:
Me pregunto qué filo de sable corta el tiempo con más
prolijidad que la memoria.

Qué asalto del olvido rinde sus
arrebatos
               incondicionalmente.

Qué fuego crepitante
                 a no ser del afán
                                        –impulso puesto en Gracia-
moldea hilos de cobre para anudar la
vida a su empresa suprema.

Qué son
              –no sólo fueron-
aquellos setenta y tres días
deshojados en un ritual de
otoño y
calendarios,
            al paso de tres décadas en
bastardilla sus prometidos
dones
demorados en un
cancelar turnos de
grandeza.

Qué son,
             para nosotros,
tantas jornadas de heroísmo y
miseria en las
Malvinas.

La nieve que enceguece no
haga cerrar los ojos ante tantos perjuros de
“juremos con gloria” y de
“eternos laureles”,
idóneos en capuchas y
estaqueadas.


La nieve que enceguece conserve en sus
cristales el hambre de
soldados y la
gula de los
jefes corruptos.


(Que su alud envolvente no saque nuevo lustre
a las botas del general
rendido en
ignominia.)



La nieve que enceguece se
amontone en el techo rojo del
oportunismo, de la cruel
imprudencia y lo
derrumbe.
                 Caiga lentificada en
                 miel de flores
                muertas sobre los
               mutilados.


(Copo a copo los
niños de las
Islas jugarán con
muñecos en blancor de
inocencia junto a los
cementerios.)


****** .

La cuenta de amargura de tantos veteranos
a prorratear por
                        todos

es deuda pagadera con
limar
desmemorias y
rodear con la cinta de
duelo los
ojales ganándole al
vacío como
abiertas trincheras en
campo del honor del
compromiso y el
reconocimiento.


Por CARLOS MARÍA ROMERO SOSA Argentino.