domingo, 9 de febrero de 2014

MASCOTAS



Lamento que haya personas que piensan, como el autor de una carta de lectores publicada días pasados en otro matutino, que los animales, nuestros semejantes porque sufren, según advirtió Albert  Schweitzer, son bienes suntuarios; ellas sin duda nunca habrán compartido el ir y venir del amor y  la ternura con mascotas. En tanto que por el camino propuesto de cobrar impuestos a los poseedores de animales domésticos, como parece ser se estableció en algún estado de México en dato aportado por ese mismo correo,  bien podría llegarse también a la prohibición de tener más de un hijo a ejemplo de lo que ocurre en China; puesto que la arbitrariedad no tiene límites.
El nivel ético de una comunidad se advierte en estos tiempos por el respeto prodigado al medio ambiente, algo que en nuestro país tiene rango constitucional desde la reforma de 1994 (Art. 41); y más aún al reconocimiento de los derechos de todos los seres vivos. En ese sentido qué bueno sería pensar, creyentes y no creyentes, en el sentido profundo e intemporal de la seráfica oración de San Francisco de Asís que reza en un pasaje: “Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas”; y mucho más cerca de nosotros, en  lo manifestado por Juan Pablo II: “Los animales son fruto de la acción creativa del Espíritu Santo y merecen respeto…Están tan cerca de Dios como los hombres”.-

Carlos María Romero Sosa
 (Se publicó en La Prensa, el 7 de enero de 2014)

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