lunes, 27 de febrero de 2017

REFERENCIAL AL NACIMIENTO DE LÍA GÓMEZ LANGENHEIM EN LA CORRESPONDENCIA DE RAFAEL OBLIGADO






El médico porteño Honorio Pastor Gómez Langenheim,[1] graduado en 1889 con una tesis doctoral sobre el mal de Pott, años más tarde solicitaría, por razones de salud, la baja del Ejército en donde se desempeñaba como cirujano de regimiento con el grado de capitán. Hacia 1915 se hallaba afincado en General Lavalle, en los pagos del Tuyú de Santos Vega. Aunque habitaba en la localidad cabecera del partido bonaerense bautizado en 1891 con ese nombre (antes, Partido de Rincón de Ajó creado por decreto del gobernador Juan Manuel de Rosas en 1839), era el único médico actuante en las zonas rurales aledañas.

Y precisamente en el hotel de madera del entonces pueblo de General Lavalle, por donde se filtraba el viento invernal que apagaba las velas y agitaba las llamas de las escasas lámparas de kerosén con que contaba el establecimiento -según es tradición familiar-, el 27 de julio de aquel año ’15 vino a la vida su hija menor, bautizada poco después con los nombres de Lía Flora Juliana.

Si el nacimiento ocurrió en tan precaria situación, fue debido a que la madre de la niña, Flora del Carmen García Black,[2] casi veinticinco años menor que el esposo, quizá en un arranque de juvenil temeridad había rechazado viajar las semanas previas al parto a la ciudad de Buenos Aires, donde hubiera tenido las comodidades y recibido las atenciones que la época podía ofrecer a alguien en su estado.

Demoró la buena noticia en llegar a los parientes y amigos del matrimonio Gómez Langenheim-García Black, bendecido en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced, de Bahía Blanca, en enero de 1903. Ciertamente tardó el tiempo que el correo ponía entonces para brindar el servicio, no mucho más lento que ahora, pese a las velocidades y las tecnologías.

  
Algo curioso en vinculación próxima con lo anotado, es que días atrás mi hermana y yo encontramos en cajones cerrados y hasta es del caso reconocer, que  desatendidos pese a estar al alcance de las miradas cotidianas, varias esquelas y tarjetas portadoras de felicitaciones por el acontecimiento casi centenario hoy.

Entre ellas hay dos referencias al nacimiento de nuestra madre en sendas cartas manuscritas en tinta negra, enviadas por Rafael Obligado[3] al progenitor de la criatura, su médico y hermano político por estar casado el Poeta Nacional con Isabel Gómez Langenheim. Vínculos profundos ambos con el destinatario, además del hecho de ser  parientes de sangre, al descender todos (Honorio y sus hermanos por la rama paterna de Gómez Obligado Ibáñez Marín de la Quintana) del sevillano Antonio de Obligado y de la Rosa, hidalgo arribado desde España a fines del siglo XVIII y fundador aquí de la estirpe de ese apellido. Don Antonio –“el bisabuelo español” celebrado en un romance recogido en  El Poema del Castillo, Buenos Aires 1938, por su descendiente Carlos Obligado– era abuelo de Rafael y tatarabuelo de su esposa Isabel Gómez Langenheim así como de Honorio. De allí que sea de deducir que los testimonios de afecto entre los interlocutores epistolares  estaban lejos de representar una mera cortesía.



La primera de las correspondencias postales en cuestión está fechada  el 26 de noviembre de 1915 en Buenos Aires. Se trata de una respuesta a otra enviada por su cuñado desde General Lavalle, que le interrogaba por la salud de su hermano menor: Carlos, aquejado por otro de los “males del siglo”, la tuberculosis.

Obligado lo pone al tanto de los cuidados que se le prodigaban y hace referencia a las indicaciones del médico que atendía al paciente, al que cita sólo por su apellido: Castro (Máximo Pablo Castro Sáenz Valiente[4]), prestigioso cirujano porteño discípulo de Ignacio Pirovano. Finaliza la comunicación con estas palabras: “Te supongo encantado y hasta chocho con la nenita. Esos encantos de hogar, son lo mejor de la vida. Cariños a Efraín[5] y mis saludos a la señora. Los míos sin novedad. Siempre cariñosamente Rafael Obligado.”

La segunda también está datada en Buenos Aires, esta vez el 27 de marzo de 1916. En el encabezamiento reza: “Mi querido médico” y a continuación hay frases de agradecimiento por el pago de alguna deuda dineraria contraída con el remitente: “Bueno, pues, acepto la devolución aunque era otro mi deseo, respetuoso de tus sentimientos de tradicional delicadeza. Así era tu padre[6], y con esto digo todo.”

Sigue una noticia sobre la evolución de la salud de Carlos Gómez Langenheim: “Sé que va mejorando y que sale a la calle. Aún no lo he visto. Luego de otras consideraciones de carácter social, como dar cuenta del fallecimiento de la señora del sabio químico doctor Atanasio Quiroga,[7] finaliza con un nuevo párrafo sobre Lía: “Me imagino que estarás encantado con la nenita.; me dicen que es preciosa. Dios se las conserve. Cariños al chiquilín, afectos a tu compañera y a ti el muy estrecho de siempre. R. Obligado.”

*****

¡Qué lejanas suenan hoy esas enhorabuenas y qué indeleble en cambio ha quedado la letra que las trasmitió! Será que hay materialidades capaces de trascender los sentimientos. Sí, quizá en el tiempo, aunque jamás en la intensidad con que fueron expresados ayer.

                    





[1] 1861-1960.
[2] 1884-1976; escritora y periodista que firmaba con el seudónimo Carmen Arolf.
[3] Nació en Buenos Aires en 1851 y murió en Mendoza en 1920.
[4] 1867?-1924.
[5] Efraín Gómez Langenheim (1910-1985), el hermano mayor de Lía. Después, docente e historiador.
[6] Honorio Hermenegildo Gómez Ibáñez (1833-1900), entre otras funciones públicas, ocupó el cargo de  prosecretario del Senado de la Nación. Estaba casado con Isabel Langenheim Anzoátegui y San Martín.
[7] Atanasio Quiroga (1853-1916) inventó el “tasiómetro”, para medir la presión del gas.  Fue jefe del Laboratorio Químico del Ministerio de Agricultura y creó el doctorado en química en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Buenos Aires. (Cf.: Vicente Osvaldo Cutolo: Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, tomo V  (Buenos Aires, 1978).


(Carlos María Romero Sosa, se publicó en Ápices Digital, Nro. 17 correspondiente al año 2015.)

No hay comentarios: