miércoles, 14 de julio de 2010

UN HOMENAJE A SARAH BIANCHI (*)


¡Pobre Lucecita! El enanito travieso nacido allá por 1944 que -cuentan- temía convertirse en un objeto más del Museo del Títere instalado en Piedras 905, en San Telmo; y ello porque su razón de ser fue actuar cobrando vida a partir de las manos mágicas de Sarah Bianchi. Sí, ¡Pobre Lucecita y sus demás congéneres, que perdieron voz, expresión y mensaje de tierna humanidad, cuando el 6 de mayo murió su creadora y co-creadora junto con Mane Bernardo, fallecida en octubre de 1991!
Conocí algunos de esos títeres y marionetas, personajes que no me atrevería a llamar de ficción, cuando Sarah y Mane vivían en la esquina de Agüero y Gutiérrez, a la vuelta de mi casa. Más de una vez las vi llegar cargadas con ellos de las funciones teatrales en las que interactuaban con esos seres de pasta y tela a los que cedían el protagonismo y dedicaban los aplausos del público. Porque el segundo plano de un titiritero es la condición misma de su arte.
Sarah Bianchi, (1922-2010), profesora de letras y Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, una justa reparación oficial a quien la dictadura cesanteó en sus cátedras por “subversiva”, publicó en 1998 el libro Sin pies pero con cabeza, cuentos breves en los que también reivindica el estrellato para sus muñecos.
Carlos María Romero Sosa publiccado en Tiempo Argentino, el martes 13 de julio de 2010.-

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