lunes, 19 de septiembre de 2016

UN ESCULTOR SANMARTINIANO y GüEMESIANO





                                          La investigadora en materia de folclorología, poeta, profesora universitaria  y académica de letras e historia Olga Fernández Latour de Botas, recordó  días pasados -en una carta de lectores publicada en La Nación- al escultor, ingeniero  civil y docente universitario Ángel Eusebio Ibarra García (1892-1972). Una oportuna evocación por cierto, al vincular a doscientos dieciséis años de la muerte del General San Martín en Boulogne-Sur-Mer, ese magno aniversario  con una noticia sobre el autor -entre otras premiadas obras escultóricas  diseminadas por todo el país- del monumento denominado “El abuelo inmortal”, realizado en 1950 como tributo al Año Sanmartiniano y que se encuentra en la plaza Grand Bourg en las proximidades del  Instituto Nacional Sanmartiniano que lo promovió y costeó; de la estatua  ecuestre de José de San Martín (1946), existente en la ciudad bonaerense de Lomas de Zamora; además de haber sido el creador artístico de la Orden del Libertador General San Martín, condecoración que otorga la República Argentina.
                                         Ibarra García, antiguo vecino de la calle Juez Tedín del porteño Barrio Parque y en tanto católico practicante asiduo concurrente a la parroquia de San Martín de Tours, era devoto del Santo Patrono de la Ciudad de Buenos Aires al punto de haber fundado la Asociación de Caballeros de San Martín de Tours, entidad que según comentó en La Nación en agosto de 2004 Josefina Fornieles, devino luego en la Orden de los Caballeros de San Martín de Tours. Es decir que  don Ángel  fue activo sanmartiniano por partida doble, pues si el ciudadano y patriota veneraba a nuestro Santo de la Espada, el hombre de fe dirigía sus plegarias al misericordioso Obispo de Tours,  en la juventud también soldado romano.     

                                    Vivió sus últimos años en Laprida al 2000 de Recoleta, a una cuadra de nuestra casa y debido a ello en mi juventud tuve ocasión de descubrir la distinción  de su espíritu y su cordialidad, actitud ésta que redoblaba como anfitrión cuando lo visitábamos en su departamento con mi padre, su gran amigo que  lució en su escritorio una fotografía dedicada suya que hoy conservo.  En esas ocasiones admiraba yo los cuadros  en el comedor pintados por Ibarra García,  mientras lo escuchaba contar sobre sus maestros en la vida y el arte.

                                 Lo cierto es que la justa evocación  de la doctora Fernández Latour, me da ocasión para comentar asimismo que Ibarra García fue un fervoroso güemesiano y el autor del medallón de Martín Miguel de Güemes, pieza fijada  en la base del mástil que se encuentra en la plaza de ese nombre en el barrio de Palermo, frente a la Basílica del Espíritu Santo,  inaugurado en 1956 por el entonces Intendente Municipal Luis María de la Torre. Junto a ese mástil solían reunirse las membresías de instituciones de la provincia como el Centro de Residentes Salteños entre cuyos socios fundadores, en 1946, figuró el ex senador nacional Carlos Serrey, y que fuera presidido durante décadas por el doctor José Manuel del Campo. Se daban cita allí para honrar la memoria del prócer que tuvo también su monumento ecuestre en la Capital de la República  dispuesto por Ley Nacional Nro. 5689 de 10 de octubre de 1908 promulgada por José Figueroa Alcorta,  recién en  el año 1981,  obra de Hernando Bucci.  
                                 Pero debo agregar un dato más que adelanté en otra carta de lectores que publicó el diario La Prensa el 24 de agosto último, sumándome al homenaje de Fernández Latour: para la elaboración de la esfinge del medallón antedicho, Carlos G. Romero Sosa  que tanto escribió entre otros temas históricos, sobre la iconografía del Héroe Gaucho y la historia de sus retratos,  asesoró al artista brindándole  referencias relativas al posible rostro de Güemes, toda vez que como bien poetizó Julio César Luzzatto: “La guerra no le dio tiempo/ de posar para pintores”.  Igualmente lo había hecho con anterioridad  mi padre para que Ibarra García   ambientara  los bajorrelieves de la estatua en  bronce emplazada en la ciudad de Salta en recuerdo de su fundador: el Licenciado Hernando de Lerma, tal como lo resalta Vicente Osvaldo Cutolo en la obra “Historiadores argentinos y americanos” (Buenos Aires, 1966), donde hay una extensa biografía del escultor de referencia, al que el crítico Romualdo Bruguetti menciona en su “Nueva Historia de la pintura y la escultura en la Argentina” (Ediciones de Arte Gaglianoni, Buenos Aires, 2000), calificando su arte como continuador de la línea figurativa.   

       
(Carlos María Romero Sosa. Se publicó en Calchaquimix, el 13 de septiembre de 2016)



No hay comentarios: