viernes, 10 de febrero de 2017

DE NECOCHEA AL REY SALOMÓN






                                                             Un lector de La Prensa criticó el sábado 4 de febrero el fallo del  magistrado del Tribunal 1 de Necochea que juzga  inconstitucional la ley, promulgada por la dictadura  que se instauró en el país en 1966, por la que se sanciona con multa al que ofenda la decencia pública. Pero el juez Mario Juliano fue más allá en su decisorio y lejos de lavarse las manos argumentó, es de entender que con lógica y sano criterio jurídico,  sobre la vaguedad de aquella norma y, para el caso concreto,  atendió a la imposibilidad de convenir hoy si el topless puede ser tenido por obsceno. Por cierto las vestimentas responden a imperativos culturales y el taparse o destaparse ciertas partes del cuerpo trasuntan actitudes que se han ido modificando o acentuando a través de la historia.
                                                                       Pero aparte del caso de las bañistas de la playa de Necochea, suceso que epilogó con una innecesaria movilización policial y sin duda fue algo frívolo en sí mismo, ya que parece más motivado por el afán de  buscar un quemado parejo que de erigirse en un testimonio feminista y libertario, se vienen  sucediendo otros incidentes  ocasionados porque varias madres, de diferentes condiciones sociales y en lugares bien distintos,  amamantaron en público.  Aunque el gusto amargo que queda  de esos escándalos, que  no debieran serlo, se debe  a cuestiones que nada tienen que ver con el seudopudor mojigato; como que cabe hacerse una  lacerante y nada abstracta pregunta: cuántos de esos u otros niños cuando dejen de ser alimentados así comerán salteado.
                                                           Dado que el lector en su correo se refiere anatómicamente a las “glándulas mamarias”, vale recordar que también –y mejor-  son los “cervatillos mellizos”, en términos del rey Salomón en el “Cantar de los Cantares” y que según Novalis: “El seno es el pecho elevado a estado de misterio, el pecho moralizado”.   Y como  el arte viene diciendo desde siempre mucho a su respecto, vale la pena recordar  que el escritor español de larga radicación en Buenos Aires, Ramón Gómez de la Serna (1988-1963) publicó en 1918 en Madrid su libro “Senos”, que fue reeditado aquí en 1979 en cuatro volúmenes con xilografías de Víctor Rebuffo, Luis Seoane, José Manuel Moraña y Albino Fernández. En el prólogo, Ramón, aquel ingenio “que ha inventariado el mundo” en palabras de Borges, escribió: “Nadie más que el genial Creador podía escultorizar tan suaves quimeras. Los senos son los salvavidas de la muerte. En ellos está todo el peso de la naturaleza, del aire, y del arte.”  
      

(Carlos María Romero Sosa, se publicó en La Prensa el 7 de febrero de 2017)

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