A
contramano del oportunismo político y el
zigzagueante protagonismo mediático de la dirigencia banal -que salvo
honrosas excepciones- venimos
padeciendo los argentinos, hay gestos, que por ejemplares, resultan de difícil olvido. Uno de ellos es y
será para la historia democrática del país aquel del coronel Juan Jaime Cesio, marchando junto a las Madres de Plaza de Mayo
en reclamo de verdad y justicia cuando tantos escondían la cabeza o aprobaban
sin más la llamada “guerra sucia” y sus métodos.
Cesio falleció el 23 de diciembre último a las 91 años, según informó la
nota necrológica que publicó LA PRENSA un par de días después. De su trayectoria de soldado
orgullosamente enraizado en la tradición sanmartiniana y bolivariana, era
esperable tal actitud valiente, comprometida y bien meditada que tomó aceptando los riesgos de vida, la
persecución y la posibilidad cierta de severas sanciones militares como las que
recibió al ser privado del grado y el uso del uniforme. (Un reportaje de Mona
Moncalvillo aparecido en el número 101 de la revista Humor le valió también un
arresto por tiempo indeterminado). Me
pregunto si sospecharían sus camaradas de armas devenidos en jueces
venales, que Cesio con sus “puños llenos
de verdades” venía a salvar el honor de la Fuerza , mancillado por usurpadores de bebés,
torturadores y demás lacras morales. En
1973, durante la primavera camporista fue Secretario General del Ejército bajo la Comandancia en Jefe
del Teniente General Jorge Raúl Carcagno, que denunció la doctrina de la Seguridad Nacional
en la X Conferencia
de Ejércitos Americanos reunida en Caracas. A poco sin embargo, la influencia
siniestra de López Rega y la extrema
derecha encaramada en el movimiento popular,
impidieron su ascenso a general de brigada. Cesio intuyó entonces, dando
combate a la adversidad, que no debía dejarse ganar por el resentimiento, la
frustración, el cómodo silencio o
imaginar concluida su vida pública. Y
aunque denigrado entonces con el “retiro
efectivo”, no se apartó de la lucha por sus ideales y durante la dictadura estuvo
próximo a los movimientos de Derechos Humanos. Militó después en el Partido
Intransigente liderado por el doctor Oscar Alende, al que muchos provenientes
del peronismo votamos en 1983 desencantados del candidato Italo Luder, proclive
a convalidar la autoamnistía decretada por Reinaldo Benito Bignone. En 1984,
junto al general Jorge Leal –Héroe del Polo Sur luego de comandar la expedición
al Polo Sur Antártico en 1965-, el
coronel Horacio Ballester y el capitán Jorge Luis D´Andrea Mohr, entre otros oficiales, fue uno de los
fundadores de CEMIDA (Centro de Militares para la Democracia Argentina ).
Ascendido por el presidente Néstor Kirchner al generalato en 2006, como
en el caso de Emilio Fermín Mignone, el fundador del CELS, el genuino respeto
del general Cesio por la vida humana y
su defensa de la dignidad integral del hombre que creía hecho a imagen y
semejanza del Creador, provenían de su acendrado catolicismo que nada tenía que ver con el
“catolicismo mistongo” que anatemizó en su hora el padre Leonardo Castellani.
Sólo hablé con él en dos ocasiones, una vez en el anexo del Congreso y otra
precisamente durante una jornada de
oración, por lo que puedo dar fe de lo dicho.-
(Carlos María Romero Sosa, se publicó en La Prensa el 31 de diciembre de 2017 con algún renglón menos y se reprodujo completo en la revista Con Nuestra América, de San José de Costa Rica, el 6 de enero de 2018.)
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