Tan injusto y arbitrario como el resto
de las más de trescientas cincuenta cesantías ordenadas por el ingeniero
Hernán Lombardi en TÉLAM, notificadas días
atrás, es el despido del destacado fotógrafo gráfico Carlos Brigo al que no
tengo el honor de conocer personalmente. Sin embargo yo como muchos otros, recuerdo y admiro en él su arte
comprometido con las causas nacionales y populares.
Sin ir más lejos, Brigo nos emocionó hace
poco, igual que a tantos compatriotas, al inmortalizar con su cámara el
velatorio del sacerdote Luis Farinello, que cumplió su apostolado en los
barrios más marginales de los empobrecidos cordones suburbanos bonaerenses; nos llenó de rabia e impotencia
con sus tomas de la actuación policial frente a manifestantes sin palos ni
caras tapadas reprimidos en el contexto del tan mentado protocolo contra los
piquetes o nos trasmitió el más noble sentimiento de patriotismo –“Amar la patria es el amor primero/ y es el
postrer amor después de Dios,” escribió en un soneto el padre Leonardo
Castellani- con sus instantáneas de multitudes portando la bandera argentina en las marchas recientes
contra el FMI reunidas ante el convencimiento que “la Patria está en peligro”.
Pero asimismo, los que tenemos algunos años
vividos, podemos recordar cómo despertó nuestro estupor allá por 1984 cuando la
primavera democrática de Alfonsín, su impactante
trabajo de documentar en una foto histórica la actitud patoteril del militar genocida
Luciano Benjamín Menéndez que cuchillo en mano intentaba arremeter contra las Madres de Plaza de Mayo encabezadas
por Nora Cortiñas, a la salida de Canal 13 luego de ser reporteado por Bernardo
Neustadt y Mariano Grondona en el programa Tiempo Nuevo. (También esa noche del
21 de agosto del 84´, un colega de Brigo, el también fotógrafo gráfico Enrique
Rosito, de la Agencia DYN ,
captó otra imagen del mismo hecho que dio la vuelta al mundo.)
Definitivamente la agencia oficial TÉLAM no
puede prescindir de alguien de tal trayectoria, eso debiera saberlo el
ingeniero Lombardi, tan obsesivo con hacerle ahorrar dinero al Estado, claro
está que si no se trata de sus propios sueldos oficiales que de una manera u
otra –salvo alguna breve interrupción- viene percibiendo desde que en 1999 fue
designado por el gobierno de la
Alianza a cargo de la Secretaría de Turismo de la Nación. Y lo antedicho vale
para el resto de los injustamente despedidos, algunos con serios problemas de
salud según informaron y denunciaron varios órganos de prensa orales y escritos,
y sin duda imprescindibles trabajadores todos de la información pública, actividad
cada vez hoy más concentrada y en manos de los amigos del gobierno.
Bueno sería entonces que el otro ingeniero, el
presidente Mauricio Macri, conociera el
pensamiento hace pocos días manifestado por el Papa Francisco en Santa Marta contra los medios que buscan
destruir la comunicación libre, para entregar todo el aparato comunicacional a
empresas que dicen falsedades y debilitan la vida democrática.-
(Carlos
María Romero Sosa, se publicó en la Revista
Con Nuestra América, de San José de Costa Rica, el 14 de
julio de 2018 y algo más reducido en la sección Correo de Lectores de La Prensa del mismo día.-)
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