Fue la poeta y juglar María Elena Walsh quien acuñó en 1979 la expresión
“País jardín de infantes”. Una imagen que
hacía referencia en momentos de dictadura militar, a los desvaríos de la censura y el silencio sobre múltiples temas exigido desde las esferas
oficiales: “Cuando ya nos creímos libres
de brujos, nuestra cultura parece regida por un conjuro mágico: no nombrar para
que no exista.” Y aunque la escritora no lo decía, lo peor del caso era que
toda la represión
era aceptada, de algún modo, por la
inmadurez y la ciclotimia de gran parte de los habitantes, triunfalistas y
patoteros en el fútbol, pero desinteresados en imaginar grandes epopeyas
nacionales, en
las que resultara necesario jugarse o exponer algo más que una ronquera gritando
un gol de la Selección. Eran
otros tiempos y entre tamañas desventuras no se hablaba entonces de “bullyng”
escolar, algo que desnuda hoy la crueldad infantil y que hace mirar con cierta preocupación
el mundo de los niños.
En tanto la sociedad, con honrosas excepciones, más que reunida para epopeyas colectivas con antecedentes
que van quedando cada vez más lejanos –las huelgas revolucionarias de la FORA anarquista; el “Ultimo
Malón” de los aborígenes mocovíes en
1904; la elección de Alfredo Palacios
como primer diputado socialista de América
ese mismo año con el voto de la barriada popular e inmigratoria de la Boca del Riachuelo; el Grito de Alcorta de los chacareros pobres
de 1912; la rebelión estudiantil reformista de 1918; el 17 de octubre de 1945;
la resistencia peronista, el Rosariazo y el Cordobazo de 1969; las rondas de
las Madres de Plaza de Mayo y la masiva irrupción del movimiento de Derechos
Humanos como respuesta al golpe de 1976 y el genocidio subsiguiente; el
estallido social que se llevó puesto a Cavallo-De la Rúa y su plan recesivo y entregador de soberanía a
los intereses financieros en diciembre de 2001, entre otras gestas-, parece estar distribuida en rincones
jardineros. Y lo peor es que pocos son los que atienden al suyo.
Así se plantean grandes debates que acaban en groseros tironeos de
fanáticos. Uno de ellos ha sido el tema de la legalización del aborto. No se han
escuchado en las audiencias públicas llevadas
a cabo en el Senado de la
Nación , líneas intermedias ni puente alguno tendido entre
posiciones irreconciliables: todo se reduce a actitudes binarias y maniqueas; sin voces
capaces de repudiar a la vez el jolgorio de muchos, muchas y muches ante la posibilidad de aprobar la interrupción voluntaria del embarazo y con
la misma fuerza oponerse al retorno de la inquisición con sus autos de fe de la mano de grupos autodenominados “ProVida”, con
integrantes que ahora descubren la beatitud del Papa Paulo VI por su discutible
encíclica de 1968 “Humanae Vitae”, contra la píldora anticonceptiva, cuando sus
mentores de ayer como el ultraderechista Carlos A. Disandro, ideólogo
de la parapolicial CNU, gustaban tratarlo
de apóstata y arriano debido a la apertura demostrada en otros órdenes por ese Pontífice,
como su ecumenismo y la objeción a culpar al pueblo judío por la muerte de
Jesús.
Unos y otros fueron
distorsionando el sentido de la
discusión, al
punto que algunos antiabortistas no sólo se oponen al aborto legal o
desincriminado, sino que critican la educación sexual que enseña a evitar embarazos
no deseados; llegándose al extremo que un médico vinculado con los sectores más
conservadores del gobierno del que su ONG recibe abultados subsidios, llegó al
absurdo y la inconciencia criminal, de cuestionar el uso del preservativo contra
toda razón científica y humanitaria frente a flagelos como el SIDA y demás
enfermedades de transmisión sexual.
Macri, quien abrió la caja de Pandora al promover este debate
legislativo, se siente tironeado tanto por sus votantes ultras, más
inquisitoriales que Torquemada y Eymeric juntos, como por los más progresistas
que integran su espacio neoliberal. Entonces acaba de sacar otra carta de la
manga: el Decreto 683 sobre las reformas del rol de las Fuerzas Armadas en la Defensa Nacional , algo que contradice
la legislación vigente en la materia, fruto del consenso social después de la
experiencia del terrorismo de Estado y los 30.000 desaparecidos. Tal nuevo instrumento,
a todas luces repiquetea como aprestos de represión ya que más que una maniobra de
distracción aconsejada por el inefable asesor
Durán Barba, podría decirse que es una táctica
para curarse en salud, ante la
creciente conflictividad social resultado del plan económico de ajuste perpetuo
acorde con los dictados, esos sí indudables, del FMI.
Todo vale en este kindergaten inimaginado por Friedrich Fruebel, pero
anticipado por nuestra María Elena Walsh. Así hay que hacer alharaca con las por
cierto torpes declaraciones recientes del dirigente piquetero Luis D´Elía sobre
que habría que fusilar al ingeniero Macri en la Plaza de Mayo. Lo ilustrativo
es que sus detractores y denunciantes ante un Poder Judicial presto a
encarcelar opositores –Milagros Sala cumple prisión preventiva en Jujuy (en la
actualidad domiciliaria) desde pocos días después de la asunción del gobernador
Gerardo Morales en esa provincia feudal, en diciembre de 2015-, suelen
condolerse públicamente de los militares
condenados por crímenes de lesa humanidad, pedir su liberación y hasta
exigirla como en 2015 en que desde un
artículo editorial lo hizo (sería bueno saber quién fue su redactor) el
viperino diario La Nación ,
por fortuna para la democracia sin eco alguno. (La vomitiva “Tribuna de doctrina” según se
autotitula La Nación ,
está tan “jugada por la vida” que el domingo 29 de julio del corriente publicó
un artículo de fondo contra el aborto y el 30, en la misma sección pretende, a
través de un libelo, encubrir el asesinato del obispo Enrique Angelelli
perpetrado el 4 de de agosto de 1976 y dudar de su evangélica acción pastoral
oponiéndose a la apertura de su proceso
de beatificación.)
Los
argentinos somos originales: repetimos el Jardín de Infantes, aunque no reprobamos
ciertas asignaturas como la que podría llamarse juegos prohibidos al mantener
el tic de elegir malos gobernantes; así como otra: amistades peligrosas, según lo prueban los estrechos vínculos con el
FMI, el Banco Mundial y la nueva “relación carnal” con los Estados Unidos de
América.
Carlos María Romero Sosa, se publicó el 4 de agosto de 2018 en la Revista Con Nuestra América, de San José de Costa Rica, y en Salta Libre.net.)
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