HORA SEXTA
Pues Jesús cansado del camino, se sentó a la
fuente. Era ya cerca de la hora sexta.
Juan 4: 6
Detrás de una baldosa floja el
agua de la lluvia muerde los tobillos
como un perro faldero y
ya no es goce del verano
ni traslúcido emblema de
frescura su asalto al caminante.
Pero secará el sol esas gotas
malvenidas por súbitas y turbias
mientras queda mi sed de entendimiento en
cruz de limosnera de devaluados rocíos;
negada al espejismo
-esa esperanza impuesta a las pupilas- de un
encuentro salvífico junto al
Pozo de Jacob en la hora sexta.
Y a tientas echa mano mi aridez de desmonte de
manzanos absueltos a la
humedad del barro primigenio para alcanzarme en polvo
definitivamente.
(Carlos María Romero Sosa, se publicó en La Prensa el 24 de febrero de 2019)
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