El
periodo democrático iniciado en la República Argentina
en 1983, por desgracia ha abundado en lamentables burlas al electorado. Basta
recordar aquel pacto espurio entre el
menemismo y la UCD
que en 1989 dejó sin su banca de senador por la Capital Federal al doctor
Fernando de la Rúa. Ciertamente
ignoro si el destino es o no chambón, según el título de un relato de Arturo
Cancela y Pilar de Lusarreta, pero lo
cierto es que el beneficiario entonces de aquella maniobra, Eduardo Vaca, pudo
ejercer poco tiempo el cargo ya que falleció
después de una penosa y larga agonía.
Tampoco le fue bien a Gustavo Béliz, que
nunca pudo llegar a la Cámara Alta
más allá de la arbitraria decisión judicial
que lo dio por ganador de la banca para la cual el inolvidable defensor de los
derechos humanos y de la educación pública, el socialista Alfredo Bravo, había
obtenido en la elección de 2001 la mayor cantidad de votos de la ciudadanía
porteña, entre ellos el mío que una vez más me sentí defraudado por la clase
política con sus componendas avaladas por un Poder Judicial que poco tiene que
ver con la Justicia
como valor y que seguimos padeciendo. Fue precisamente cuando se le arrebataba
el escaño al maestro Bravo, que la señora Carrió habló con la propiedad que
desde mi modesto punto de vista ha
perdido al convertirse desde 2015 en socia y defensora a ultranza del
oficialismo, de “la base de inmoralidad” que subyacía en la
impugnación jurídica realizada por el candidato del Frente Nuevo País (Béliz);
concluyendo con razón que Bravo “Es
senador nacional por voluntad popular,
legitimidad y legalidad”, en declaraciones registradas por el diario La Nación el 8 de noviembre de
2001.
Ahora hay otras avivadas y una de ellas parece haber sido frustrada por una
resolución de la jueza federal con competencia electoral doctora María Romilda
Servini de Cubría al rechazar una impugnación a la candidatura presidencial del
economista José Luis Espert, a quien por
todos los medios se trata de dejar afuera de la próxima compulsa de las Paso
(Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias). Aparte de este intento fallido
ha sido víctima Espert de otro contubernio por emplear el
término de un libro memorable del diputado socialista y obrero Joaquín Cocca,
con denuncias de los tejes y manejes del régimen en la Década Infame. Lo
peor es que esa componenda viene a mojar
la oreja a un respetable sector de la
ciudadanía que por lo demás sostiene
ideas muy diferentes y hasta contrapuestas con las mías.
En ese sentido el reciente pacto entre los
señores Pichetto y Asseff asquea –no
hallo otra palabra- y más el
consiguiente poroteo para incorporar en la lista de diputados a este último al
que conozco y en lo personal estimaba; empero vale aquí aquello de “Amicus Plato sed magis amica veritas” del brocárdico. Lo cierto es que sentí vergüenza ajena frente
a la fotografía que publicó La
Prensa en la página 5 de su edición del domingo 23 de junio
del corriente, donde se ve a la derecha al ahora candidato, una persona mayor –yo
también soy sexagenario- sonriendo ante la “operación” que sospecho nada
aséptica. “No está mal, son negociaciones”, se justificó el doctor Asseff.
Y yo me permito decirle: no amigo: la política no es tranza, trenza y acomodo
sino una actividad que debe apuntar a “augustos fines” al decir
de Yrigoyen al que entiendo admiraba.
Usted la ve de otra forma con apelación a la
psicología de la viveza criolla. Posiblemente acceda al cargo y el pueblo de la Nación , hambreado por la
política económica conservadora del neoliberalismo y el capitalismo de los
amigos del presidente, se encargará de pagar su dieta. De lo que no estoy tan
seguro es que de verificarse lo que representa a todas luces una proscripción
del economista Espert, sus votantes lo hagan por Mauricio Macri en octubre.
Por de pronto sigo a la espera en estos días
del juicio de la señora Carrió sobre el tema que lo es más ético que legal, o
sea un campo del dominio de la siempre denunciante legisladora. De manifestar
ese juicio, confío -sin duda con
ingenuidad- que será tan acertado y
vehemente como en el referido caso de
Alfredo Bravo. Asimismo deseo de corazón que si los señores Pichetto y Asseff
sospechan haber triunfado con este acuerdo de cúpulas y no precisamente entre
luchadores populares, que ese triunfo les sea pírrico ya que vengo comprobando últimamente
que hay gente de derecha –y repito que yo no lo soy-, verdaderamente seria y con
auténtica formación cívica, sin tanto cacareo de falso republicanismo.-
(Carlos
María Romero Sosa, se publicó en Salta Libre, el 1ero. de julio de 2019 y se
reprodujo en la revista Con Nuestra América, de San José de Costa Rica, el 6 de
julio de 2019.-)
No hay comentarios:
Publicar un comentario