CUARENTENA
Busqué la soledad con egoísmo
y en soledad, Señor, me
desconozco.
Del mundo vi el semblante
torvo y hosco
pero huirle no lleva hacia
uno mismo.
Me obsesionó en la playa el
cromatismo
del azul, tan opuesto al tilde
tosco
de mi sombra volcada como
abismo
para el derrumbe en que me
reconozco.
Debí tender la mano, oír
mensajes,
aun los ajenos a mi
pensamiento
y al recibir del prójimo
señales,
deletrear sus banderas en el
viento.
Lo pienso en el destierro
ideando viajes
no sé hacia qué jardines o
qué eriales.
(Carlos María Romero Sosa, se publicó en La Prensa el domingo 29 de
marzo de 2009.-)
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